Las Políticas Sociales y el Trabajo Social

La Política Social “es un conjunto de decisiones que crea derechos y obligaciones en el seno de la sociedad” (Fernández & Rozas, 1992, p.21). En términos generales, estas decisiones involucran las diversas partes de la sociedad e incluso fungen como atenuantes de las diferencias o contradicciones entre sectores sociales. Tanto en la promoción, gestión e implementación, como en la evaluación de las mismas, participa una variada gama de políticos, representantes, legisladores, académicos y profesionales convocados desde el sector que las vislumbra por algún interés político particular o una formación profesional específica que sea requerida. En el caso del Trabajo Social en Puerto Rico, contamos con cánones de ética comprometidos con la investigación, inserción, formulación y participación directa en las políticas sociales (Colegio de Profesionales de Trabajo Social de Puerto Rico, 2011). Ahora bien, si la agenda de desigualdades está tan apretada en este País y es tanto nuestro compromiso ético, porqué no estamos tan inmersos como deberíamos. En el siguiente ensayo pretendo examinar qué lecturas hacen de esta realidad Fernández y Rozas (1992), Lo Vuolo y Barbeito (1998) y Segura (2009), así como esbozar cuáles deberían ser la injerencias del TS a la luz de los retos y desafíos actuales.

Según Fernández y Rozas (1992), la sociedad global genera tanto demandas afines como contradictorias en la medida en que se originan de grupos opuestos entre sí. Esta realidad multiforme y sectorializada encuentra un filtro de poder, que pone orden, racionaliza y da coherencia a ese conjunto de presiones (Fernández & Rozas, 1992). Mientras por un lado las clases utilizan las instituciones, los partidos, los sindicatos, etc. para canalizar sus intereses, hay una entidad que debe dar una respuesta oficial a dichas exigencias sociales, el Estado. Si contextualizamos el asunto a nuestros tiempos, a nuestro Estado y a nuestro modelo político, sabemos que son los tiempos del capitalismo globalizado, con un Estado cada vez menos presente pero siempre protector de los intereses dominantes, operando bajo el modelo de una democracia representativa en la que chocan a diario las fuerzas más conservadoras con las progresistas (Lo Vuolo y Barbeito, 1998).
El Estado neoliberal de hoy, representa el teatro en el que las clases y sectores sociales se pugnan por derechos y concesiones necesarios a la reproducción y/o subsistencia material e ideológica. Claro, es un teatro parcializado, en el que en su mayoría gana la lucha quienes más poder y recursos tienen para legitimarse. No se torna tan urgente la coerción sobre las clases subalternas; no tiene que haber tal acto de violencia física cuando la legitimidad implica haber convencido a las masas de que lo ganado es para el beneficio de toda la sociedad. Como plantea Lo Vuolo y Barbeito (1998), si predominan las opciones políticas, o la apariencia de ellas, el sistema político se estabiliza. La hegemonía es un elemento clave para entender nuestro sistema social y las políticas que en él se legitiman. Aún así, la situación es compleja tanto para la sociedad como para nuestro ejercicio profesional.
Según Segura (2009), la teoría de la complejidad permite entender que los sistemas sociales no son lineales, son dinámicos, pueden re-organizarse y dependen para ello de las redes que los sostengan. En este sistema conviven los TS, por lo que su acción y concertación es una constante posibilidad. En la sociedad en la que vivimos, las políticas sociales son siempre estatales (Fernández & Rozas, 1992), lo que podría representar un obstáculo en la medida en que es el Estado el máximo empleador de nuestra profesión y como tal, hay unas expectativas definidas que posee alrededor de nuestro ejercicio profesional. Aún así, debemos entender como trabajadores y trabajadoras sociales que la estructura desde que la operamos no es un bloque, varía en sus funciones, su estructura y dinamismo. Hay que tomar todos estos elementos en cuenta a la hora de diseñar nuestras estrategias para no correr el riesgo de anticiparnos en actitudes que, lejos de persistir hacia la justicia social, se subordinen exclusivamente a lo que el empleador espera.
A los anteriores retos y desafíos quiero sumar el sinnúmero de posibilidades que tenemos de frente en función de las PS. Estamos insertados en instituciones culturales, políticas y económicas, desde las que podemos actuar. Por la vía de expandir la noción de gestión, también estamos insertos en comunidades y grupos con diversos intereses, desde los que se pueden gestar políticas sociales que acompañen la practica de nuestros principios ético-políticos. Hacer y gestionar implica formular políticas, y también fomentar que se creen; hacer cambios necesarios a las actuales; estimular a nuestros participantes y comunidades a participar en función de su bienestar social general a través de ellas; investigar para que vayan acorde con la realidad en que vivimos, asunto que se complejiza desde nuestra situación colonial; dominar las destrezas necesarias para ser competentes; y poner siempre en discusión los valores que desde éstas se reproducen. Considero que uno de los desafíos principales se encierra en el concepto de Justicia Social. De nuestro Código de Ética se desprende que la justicia social designa: “la aspiración a crear un régimen social de equidad y justicia para todos los ciudadanos” (Colegio de Profesionales de Trabajo Social de Puerto Rico, 2011, p.47). Esa aspiración, tiene que estar vinculada con un hacer, y que se entienda como tal. Erradicar la opresión, la marginación y la exclusión es un proyecto de todos los días que requiere de propuestas a ser elaboradas, y no solo ejecutadas porque alguien nos lo asigne. La inclusión y la construcción de ciudadanía participativa más que representativa, son horizontes a los que debemos caminar todos los días y que ya están contemplados en nuestro “chip” profesional, la pregunta sería ¿cómo lo hemos asumido?

Referencias


Colegio de Profesionales de Trabajo Social de Puerto Rico (2011). Código de Ética Profesional. San Juan, Puerto Rico.

Fernández, Arturo y Rozas, Margarita (1992) Orígenes y conceptos de las políticas sociales. En Políticas sociales y trabajo social. Buenos Aires: Hvmanitas, 11-52.

Lo Vuolo, Rubén y Barbeito, Alberto C. (1998). Apéndice teórico acerca del funcionamiento y crisis del Estado de Bienestar. En La Nueva Oscuridad de la Política Social. Buenos Aires: Miño y Dávila Editores. Ciepp, 97-111.

Segura Mojica, Francisco Javier (2009). ¿Puede gestionarse la Complejidad de los Problemas Sociales? Aportaciones de la Teoría de la complejidad a la formulación de Políticas Públicas. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas (23.3). Madrid: Publicación Electrónica de la Universidad Complutense. Disponible en PDF.